Tu voz,
que recorría mi piel melancólica
susurrando los versos
que nunca me atreví a decirte.
Mis ojos,
que buscaban en tu mirada
lo que jamás existió
en los cuentos de hadas.
La luz,
de la que nos escondíamos
para no ver el miedo
a habernos perdido
El jazz,
que sonaba en las noches aun no vividas
en las que tus besos no habían llegado
y aun menos tu despedida
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