Cruzando el espejo

Hacía mucho que habían tocado las doce campanadas y ella había tenido que despertar su mundo de polvos y humo.
Los zapatitos de cristal se habían clavado en sus pies y la habían llenado de heridas el corazón.
La carroza no se hizo calabaza hasta asegurarse de dejarla en aquel antro de soledad donde su cuerpo habitaba mientras su alma volaba.
Y el príncipe jamás pudo ir a rescatarla puesto que su corazón había quedado parado en el tiempo.


- Introducción

- La primera noche. 

- Primer encuentro. 

- La belleza de la Libertad (Odette).




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